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La suerte y el azar vs Yo, más parece una contienda de lucha libre de la WWF pero, en cierto modo es así y me refiero a que si es una contienda, por el hecho de que muchas personas atribuyen su destino a la suerte y al azar pero yo me mantengo en que uno es el dueño de su destino, sólo depende de qué clase de energía es la que nos rodea, claro que para que eso funcione depende mucho de la frecuencia.
Ayer visité un blog de unos amigos y me salieron con el tema de la suerte, es increíble la cantidad de comentarios de las personas que estaban de acuerdo con la suerte y el azar, contaban pequeñas historias sobre por qué le atribuían dotados poderes a la suerte y al azar, pero mientras más leía más me convencía de lo errado que es
Sin la suerte qué
Ellos dicen categóricamente que sin la suerte no podrían estar donde están en este momento. La frecuencia a la que me refiero y que creo que en otro artículo lo expliqué, pero igual, en la repetición está el gusto.
La frecuencia es igual a la que hace que una emisora de radio capte una señal y envíe o reciba los programas que ellos tienen, por lo tanto, su cerebro es un emisor y receptor de ondas con sus respectivas frecuencias, entonces si usted está o es propenso a tener miedo, tenga por seguro que sólo las personas que tienen su frecuencia es la que siempre estarán por su camino.
Por experiencia propia, lo he practicado en juegos como el villar, póker, casino, inclusive he perdido documentos muy valiosos, dinero y siempre los he encontrado aun estando en medio de cientos de personas, ahora me dirán ¿Cómo es que funciona? Pues funciona porque en mi frecuencia no está el perder algo, o de que me roben, ahora dirán ¿Tan fácil es?
El destino sin Dios
Pues no es tan fácil, porque primero tienen que entender que ustedes son los arquitectos de su vida, y que en este relajo no entra Dios. Si usted es de las personas que le echan la culpa de todo a Dios, por lo bien y por lo mal que la está pasando, es candidato a que le pase cualquier cosa. Como les dije, no es cuestión de suerte ni de azar, es cuestión de qué clase de frecuencia tiene en su onda mental.
Si usted sale un día en su vehículo y se encuentra con amigos, que para festejar el «Encuentro» lo celebran con bebidas de moderación (cerveza) y ya completos hasta la coronilla, cada uno se va para su casa, 10 minutos después el dichoso amigo choca y mata a una persona. Cuidado me dicen que es mala suerte, eso es estupidez, porque la onda mental no estaba en orden.
Como tal, se topó con otro que aunque no haya estado borracho, pero estaba preocupado o deprimido que es casi igual que ir bebido al volante, con el cual justo por «Mala suerte se le cruzo en el camino» y zas chocaron. Ahora, ¿Qué tiene que ver la suerte con eso?
Nada, es simple, medite el asunto que si todos lo hiciéramos no habría conflictos con alguna persona, así que en esta contienda prefiero ser Yo mismo, antes que la suerte y el azar me dominen. En último de los casos, si tanto cree en la suerte, entonces créala para usted mismo.
¿El destino es por la suerte casualidad o circunstancias ajenas?
La noción de destino ha sido objeto de reflexión y debate a lo largo de la historia. En su esencia, el destino se refiere a la idea de que los eventos de nuestras vidas están predeterminados o guiados por fuerzas más allá de nuestro control.
Sin embargo, cuando exploramos esta idea, surgen preguntas sobre el papel de la suerte, la casualidad y las circunstancias ajenas en la configuración de nuestro destino. ¿Es el destino algo que simplemente nos sucede, o somos nosotros quienes, en gran medida, lo creamos a través de nuestras decisiones y acciones?
Para abordar esta cuestión, primero es importante definir qué entendemos por «suerte». La suerte se refiere a eventos que parecen ser el resultado de la fortuna o el azar, a menudo percibidos como inesperados o no planificados.
Muchas personas creen que la suerte juega un papel significativo en sus vidas, en particular en eventos cruciales como el amor, el trabajo o la salud. Por ejemplo, alguien puede conseguir un empleo porque se encontró casualmente con un conocido que le ofreció la oportunidad, mientras que otro podría perder una oportunidad por un simple giro del destino.
En este sentido, la suerte puede parecer un factor determinante en el destino de las personas. Por otro lado, la casualidad también merece ser considerada. La casualidad se refiere a la ocurrencia de eventos sin una causa aparente.
A menudo se considera que la casualidad es el resultado de un conjunto complejo de factores que interactúan de manera impredecible. La idea de que nuestras vidas están influenciadas por coincidencias o eventos aleatorios puede llevar a la conclusión de que el destino no es más que una serie de sucesos aleatorios que, en conjunto, dan forma a nuestras vidas.
Por ejemplo, un encuentro fortuito con alguien puede desencadenar una relación significativa o una serie de eventos que cambien radicalmente el curso de la vida de una persona. Sin embargo, esta perspectiva puede ser limitada.
Las decisiones por eventos casuales
A menudo, las decisiones que tomamos en respuesta a eventos casuales o afortunados también juegan un papel importante en dar forma a nuestro destino. Por ejemplo, si una persona se encuentra con un viejo amigo en un lugar inesperado y decide pasar tiempo con él, esto podría dar lugar a nuevas oportunidades y experiencias.
Así, aunque la casualidad puede influir en nuestro destino, también somos agentes activos que reaccionamos y tomamos decisiones en función de esas circunstancias. Las circunstancias ajenas, como el contexto social, económico y cultural, también juegan un papel importante en nuestro destino.
No todas las personas tienen las mismas oportunidades o recursos a su disposición. Factores como el lugar donde nacemos, la familia en la que crecemos y las condiciones sociales en las que vivimos pueden influir en nuestras decisiones y, en consecuencia, en nuestro destino.
Por ejemplo, alguien que nace en un entorno privilegiado puede tener más acceso a la educación y las oportunidades laborales, lo que puede llevar a un destino diferente en comparación con alguien que enfrenta desafíos significativos desde una edad temprana.
Las circunstancias ajenas no son simplemente limitaciones, sino también contextos que pueden inspirar a las personas a buscar formas de superación y crecimiento. Sin embargo, a pesar de las circunstancias externas que pueden influir en nuestro destino, es crucial reconocer que tenemos la capacidad de tomar decisiones y actuar en consecuencia.
La autonomía personal y la responsabilidad son elementos clave en la creación de nuestro propio destino. Cada decisión que tomamos, por pequeña que sea, puede tener un efecto en el curso de nuestras vidas. La forma en que respondemos a las circunstancias, sean favorables o desfavorables, puede marcar una gran diferencia.
Cuando enfrentas situaciones similares
Por ejemplo, dos personas que enfrentan situaciones similares pueden responder de manera muy diferente. Una puede sentirse derrotada y optar por no hacer nada, mientras que la otra puede ver la situación como un desafío y buscar maneras de superarlo.
La actitud y la mentalidad juegan un papel fundamental en cómo interpretamos y reaccionamos ante las circunstancias que se nos presentan. La resiliencia, la perseverancia y la capacidad de adaptarse a los cambios son características que pueden influir en la forma en que vivimos y en el destino que creamos.
También es importante considerar el papel del propósito y la intención en la creación del destino. Cuando las personas tienen una visión clara de lo que quieren lograr en la vida, es más probable que tomen decisiones alineadas con sus objetivos.
La claridad de propósito puede guiar a las personas hacia oportunidades que de otro modo podrían haber pasado por alto. Esto sugiere que, aunque la suerte y la casualidad pueden influir en nuestro camino, también somos responsables de dirigir nuestra vida hacia donde queremos que vaya.
La idea de que el destino está determinado por la suerte, la casualidad o las circunstancias ajenas puede ser demasiado simplista. La realidad es que nuestro destino es una combinación de estos factores, junto con nuestras decisiones y acciones.
La suerte y la casualidad pueden abrir puertas, pero somos nosotros quienes decidimos si entramos o no. Las circunstancias ajenas pueden influir en nuestro camino, pero también nos ofrecen oportunidades para aprender y crecer.
En resumen
Finalmente, reflexionar sobre el destino nos invita a considerar cómo queremos vivir nuestras vidas. En lugar de ver el destino como algo fijo e inmutable, podemos adoptar una perspectiva más dinámica que reconozca la interconexión entre nuestras experiencias, decisiones y circunstancias.
Aceptar que el destino está en constante evolución nos permite ser proactivos en la búsqueda de nuestro propósito y en la creación de un futuro que refleje nuestras aspiraciones. El destino no se puede atribuir exclusivamente a la suerte, la casualidad o las circunstancias ajenas.
Es un tejido complejo que entrelaza estos elementos con nuestras decisiones y acciones. Aunque a veces podemos sentir que estamos a merced de fuerzas externas, tenemos el poder de influir en nuestro propio camino a través de la toma de decisiones conscientes y la adopción de una mentalidad proactiva. Al reconocer nuestra capacidad para crear nuestro destino, podemos abrazar la incertidumbre de la vida y convertirla en una oportunidad para crecer, aprender y evolucionar.