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Reconocer los errores. Hay personas que van por la vida con el pensamiento como de que la vida les debe mucho, por tanto atribuyen los errores de su vida a todos menos así mismos, entonces queda claro que ellos no saben reconocer los errores. El saber reconocer los errores es parte fundamental de éxito en la vida, porque de ahí es dónde sacará su aprendizaje.
Aunque es muy rudo este tipo de aprendizaje pero no queda otra forma, ya que no le interesa buscar la información en la fuente por lo tanto si quiere aprender, tiene que reconocer los errores. Para mí uno de los errores más tontos que se puede cometer en toda su vida, es no saber aprovechar las oportunidades que la vida le brinda.
Es muy lamentable cuando alguien sabe que tiene atributos tanto físicos e intelectuales y no sabe cómo utilizarlos, más por dejarse llevar de externas emociones que lo único que han hecho es entorpecer su camino, claro que disfrazados de supuestas «Amistades» por lo tanto más puede la emoción espontanea que su presente de éxitos.
La verdadera ayuda
Ahora, ¿Cómo se puede reconocer una verdadera ayuda, al menos de alguien que si quiere brindarle? En este caso hay que revisar la agenda personal que está en su mente y cuando encuentre a alguien que usted cree que le puede ayudar, tiene por obligación hacerse algunas preguntas muy importantes antes de solicitar la ayuda.
Empezando por, ¿Es de confiar? ¿Lo hará? ¿Por qué la haría? Una vez que se ha convencido de las respuestas idóneas, seguirá con las siguientes preguntas, ¿Estaré dispuesto a trabajar en lo que me diga? ¿Respetaré sus decisiones? ¿Si yo quiero hacer cambios en mi trabajo deberé preguntarle? ¿Podré hacer lo que me da la gana? ¿En realidad lo respeto?
Aunque creo que faltan otras respuestas pero por ahora es suficiente. Recuerde que antes de responder primero tome consciencia porque si responde a la ligera, usted se sentirá acorralado y contestará a la defensiva, por lo tanto el de los errores siempre será cualquier persona menos usted, piénselo.
Hay que tener siempre presente que cuando alguien presta la ayuda y lo hace sin pedir nada a cambio, claro a menos que sea su trabajo porque ahí si hay que reconocer por lo menos su tiempo o, en su debido momento no quiere cobrar por cualquier razón que sea, siempre será una ayuda bien dada porque lo hace con voluntad, o ¿Usted no lo haría?
Para reconocer los errores
Hay errores que se cometen en especial cuando se dan cuenta que el que hace u ofrece la ayuda lo hace con pasión, le dejan que haga todo o disimulan que están haciendo pero lo que hacen es poco o todo mal hecho, con la confianza de que el otro se va a dar cuenta y corregirá el error que ya está hecho, al menos desde mi punto lo veo como falta de consideración.
Si por cualquier razón se ha cometido alguna falta, es mejor reconocer sus errores y si considera la ayuda, pídale disculpas y dé una explicación de por qué el error el cual fue involuntario. Al pedir disculpas no se le va a caer nada, es más, usted ganará respeto y la confianza del que le está sirviendo la ayuda.
Toda persona tiene un límite y cuando le llegan hasta la crisma simplemente se retira de la mejor forma, claro que si tiene educación pero cuando no la tiene simplemente dirá de todo por sentirse usado y maltratado y peor si hubo humillación de cierta persona. Piénselo muy bien, es mejor reconocer sus errores antes que perder una amistad o lo que sea, que igual hay nobleza de parte del que brinda su ayuda y con mucha razón si no calcula el tiempo.
¿Qué hace que la persona cometa errores?
Los errores son una parte inherente de la experiencia humana, y a menudo nos preguntamos si estos fallos son consecuencia de nuestra naturaleza o si algunas personas simplemente nacen con una predisposición a cometer errores.
La respuesta a esta cuestión no es simple, ya que hay una amplia gama de factores que contribuyen a que una persona cometa errores. Entre estos factores, podemos considerar la naturaleza humana, la crianza, las circunstancias del entorno y hasta la personalidad individual.
En primer lugar, es esencial entender que los errores son inevitables. Nadie está exento de cometerlos, y esto tiene mucho que ver con la complejidad del ser humano y el mundo que lo rodea. Todos, en algún momento, hemos malinterpretado una situación, tomado una mala decisión o actuado sin pensar.
Parte de lo que hace a los humanos tan propensos a los errores es nuestra capacidad limitada para procesar información de manera perfecta. La mente humana, aunque poderosa, tiene un alcance limitado, y es imposible que podamos anticipar todas las variables y resultados de nuestras decisiones.
Esto no significa que estemos condenados a equivocarnos constantemente, pero sí que la posibilidad de error siempre estará presente. Un aspecto que no se puede ignorar es que el error es una herramienta fundamental para el aprendizaje.
Desde una edad temprana, los humanos aprendemos a través del ensayo y error. Cuando un niño está aprendiendo a caminar, se cae varias veces antes de dominar el equilibrio. Estos «errores» no son más que intentos necesarios para adquirir una nueva habilidad.
La vida y las experiencias
A lo largo de la vida, este proceso continúa en diferentes formas. Incluso los adultos más sabios y experimentados cometen errores, porque la vida está llena de nuevas experiencias que requieren adaptación. Así que, en este sentido, cometer errores no solo es parte de nuestra naturaleza, sino una parte crucial de nuestro crecimiento y desarrollo.
Ahora bien, cuando hablamos de personas que parecen cometer más errores que otras, puede que esto no tenga tanto que ver con la torpeza innata, sino con una combinación de otros factores. Uno de estos factores es el nivel de atención y conciencia que una persona pone en lo que hace.
Alguien que es distraído o que tiende a actuar de manera impulsiva es más probable que cometa errores porque no toma el tiempo necesario para reflexionar antes de actuar. La falta de atención puede llevar a una ejecución pobre de tareas y, por ende, a una mayor cantidad de fallos.
La personalidad también juega un papel importante. Hay personas que, por naturaleza, son más cautelosas y meticulosas, lo que les permite cometer menos errores porque verifican sus acciones antes de proceder.
En cambio, quienes son más impulsivos y actúan sin pensar tanto en las consecuencias inmediatas pueden tener una tendencia a equivocarse más. Esto no quiere decir que uno de estos enfoques sea mejor que el otro, simplemente son diferentes maneras de interactuar con el mundo.
Las personas más meticulosas pueden evitar errores en el corto plazo, pero también pueden perder oportunidades por ser demasiado prudentes. Por otro lado, los impulsivos pueden tener más fallos, pero también pueden encontrar soluciones creativas al actuar con rapidez.
Cuando pierden la capacidad aprender
La crianza y el entorno social también influyen en la cantidad de errores que una persona comete. Si una persona ha crecido en un entorno donde el error es fuertemente castigado, es posible que desarrolle un miedo a equivocarse que limite su capacidad para experimentar y aprender.
Esto puede llevar a una parálisis en la toma de decisiones, donde la persona es tan cautelosa que, paradójicamente, termina cometiendo errores por no tomar acción a tiempo. Por el contrario, un entorno que fomente el aprendizaje a través del error, donde se valoren los intentos y no solo los resultados, puede producir individuos más resilientes que están dispuestos a cometer errores porque saben que es una parte necesaria del proceso de aprendizaje.
Además de estos factores psicológicos y sociales, el entorno físico y las circunstancias también juegan un papel en los errores que cometemos. A veces, un error no es el resultado de una falla interna, sino de circunstancias externas sobre las cuales no tenemos control.
Un malentendido puede ocurrir debido a una mala comunicación, o una acción puede fallar debido a limitaciones técnicas o a una falta de recursos. En estos casos, los errores no son un reflejo de la torpeza o la incompetencia de la persona, sino del contexto en el que se encuentra.
Por otro lado, es importante reconocer que algunas personas pueden tener condiciones neurológicas o de desarrollo que las hacen más propensas a cometer ciertos tipos de errores. Por ejemplo, personas con trastornos de atención pueden tener más dificultades para concentrarse en las tareas y, por lo tanto, son más susceptibles a cometer errores debido a su incapacidad para mantener el enfoque. Esto no significa que sean inherentemente torpes, sino que enfrentan desafíos particulares que deben ser entendidos y gestionados.
El ciclo de la inseguridad y la ansiedad
Por último, es importante destacar que, a pesar de todas las causas que puedan llevar a una persona a cometer errores, lo importante es cómo reaccionamos ante ellos. Las personas que se castigan severamente por sus errores suelen caer en un ciclo de inseguridad y ansiedad, lo que les lleva a cometer aún más fallos.
En cambio, quienes ven los errores como una oportunidad para aprender y mejorar, tienden a crecer a partir de ellos y a desarrollar habilidades más sólidas con el tiempo. En conclusión, no se puede afirmar que una persona nazca torpe o destinada a cometer errores de forma recurrente.
Los errores son una parte natural de la vida y de la experiencia humana. Lo que determina la frecuencia y gravedad de los errores que cometemos está influenciado por una mezcla de factores que incluyen nuestra personalidad, crianza, nivel de atención, entorno y cómo enfrentamos el aprendizaje. En lugar de temer a los errores, deberíamos aceptarlos como una parte esencial de lo que significa ser humano y una oportunidad para aprender y mejorar.