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Los hijos manipuladores son en si muy inteligentes y no por eso se quiere decir que los otros niños no lo son, lo que pasa es que entre uno y otro hay una extensa diferencia, entre las cuales está que el niño manipulador en mayor de los casos viene o se crea en medio de un divorcio o separación de sus padres, en cambio el otro niño no, porque supuestamente viene de una familia completa.
Aunque hay casos que también los hay en ese medio pero eso ya es cuestión de mala educación que en mayor parte, es porque mal entienden amor con consentimiento. El padre o la madre que queda en custodia del hijo-a, sin darse cuenta le enseña al hijo todo lo que no debe aprender, esto es todos los efectos faciales que uno de los dos emplea cuando por alguna necesidad tienen que hablar y llegan a la discusión.

Como nace el hijo manipulador-a
A veces no tanto que hablen entre ellos sí no que en familia, conversan delante de él y por considerarlo un niño que en apariencia no se da cuenta de nada, sueltan todo lo que pueden sin darse cuenta que el «Inocente» niño está jugando pero, está escuchando todo lo que le llama la atención.
Ahora, ¿Cómo un niño que está jugando puede saber que es algo de importancia aunque no sepa por qué? Pues todo está en lo que ve. Sí, todo lo que ve y le produce imágenes mentales mediante los procesos visuales es lo que le llama la atención y eso es que aprende.
Los hijos manipuladores aprenden a hacer gestos porque saben que con cada uno de ellos, pueden obtener algo, basados claro en lo que aprendieron. En sí esto no es que lo hacen tan rápido como parece porque tiene su tiempo.
El tiempo radica en que en cada cierto tiempo experimentan que si lloran, ¿Qué podría pasar? es decir, ellos buscan la forma de conseguir algo cuando ven que no está a la orden del día, entonces prueban, ¿Por que? Pues se acuerdan que un día cuando él como hijo lloró le dieron algo que no pensaba que le iban a dar.
Los padres los culpables
Dejando a un lado la separación o el divorcio, aunque esto es una clave muy importante puesto que los hijos necesitan de alguien que ocupe el lugar que por lo general es la del padre, más es por lo que representa como es la fuerza, liderazgo y guía sumado a la protección.
La madre para disimular la pérdida se refugia en el hijo hasta el extremo, que llega a consentir todo lo que el hijo que ya está sobre aviso de su poder, le pida. Los hijos manipuladores por la capacidad que desarrollan, son muy observadores y por eso es que saben en qué momento hacer lo que quieren para conseguir lo que quieran.
En esto la mayor culpa llegan a tener cualquiera que esté en la custodia, puesto que no se ha tomado el tiempo para observar en qué momento está triste de verdad, llora, preocupado es decir observar los detalles que definen de una actuación a una realidad.
Muchos padres caen en el juego de los hijos manipuladores en el momento en que ven algo de tristeza en su hijo, ceden y terminan concediendo todo o en mayor parte de la petición. En la mayor parte de estos casos es porque el padre o la madre, se acuerda de su vida y posiblemente cómo ellos pasaron por esa parte emocional, que para ellos fue muy triste pero esos tiempos fueron muy diferentes.
Ejemplo de manipulación
Ahora hay tecnología que en los tiempos de ellos muy posiblemente no lo había, como en mi caso cuando fui muy niño, por lo tanto, en esos momentos una paliza era lo mejor que se podía hacer. Hace algunos años fui testigo de un caso con una prima, bueno, en ese tiempo no tenía ni idea que existía esto de las manipulaciones.
El caso es que mi prima a la cual no la conocía de la forma en que se estaba comportándose, al menos para mí, era una excelente persona pero, en casa con sus padres que eran personas que no tenían preparación académica sino, lo principal como es el bachillerato, hacía todo lo que se le antojaba, ¿De qué forma? Pues de la mejor que puede aprender un hijo-a, manipulando.
Tenía por costumbre que cada vez que le negaban algo, esperaba unos minutos y después caía con convulsiones y esto lo venía haciendo un buen tiempo, como siempre los desesperados padres la llevaron donde un psicólogo y después de un año, se llegó a la conclusión, de que ella padecía un trauma y por tal no se podía hacer que la «Niña» sufra algún daño cerebral por las fuertes convulsiones que le daban.
Esto hacía que los padres cedían siempre en todo capricho, pero cierto día, llegó un pariente muy cercano y presenció junto conmigo una de las ya conocidas convulsiones, extrañado vino las preguntas con las debidas respuestas y todo, encajaba solo en un simple capricho de una manipulación, «¿Quieren solucionar esto? Porque yo sé como se cura» dijo el pariente.
Solución al problema manipulador
Ya pueden imaginarse la respuesta de aceptación, entonces se pusieron mano a la obra y lo único que pidió el pariente en condición fue que todos salgan de la habitación, la petición fue porque en ese momento a mi prima hasta le salía espuma de la boca y bueno, todos salimos y ya cerrada la puerta empezaron unos gritos desgarradores y golpes por ahí y por allá.
Después de quince minutos todo quedó en calma y el pariente salió con signos de cansancio y al mismo tiempo una leve sonrisa y dijo, «Ya está arreglado ya no habrá más convulsiones» todos quedamos sorprendidos, ¿Qué hizo para que diga que ya no habrá más convulsiones?
Esto respondió como unas semanas después de esa cura y lo que hizo fue, sacarse el cinturón que era de cuero de vaca y le dio con ella hasta por las orejas. El caso es que cuando recibió el primer correazo empezó a temblar con más fuerza, por lo tanto el pariente le dio más hasta que dejo de temblar.
¿Quién es el culpable?
En este caso y ahora como profesional en cambios personales, no justifico la actitud de mi prima ni el método del pariente aunque es muy eficaz pero, si puedo decir que los padres son los únicos culpables por no darse cuenta de la actitud de manipuladora que tenía mi prima.
Todo porque todo está en que un padre caiga en el juego, ahora por falta de conocimientos puede ser que caiga una vez y hasta dos pero no tres y si lo hace es porque es víctima de los hijos manipuladores.
La manipulación cuando es el mismo hijo que la ejecuta
La manipulación ejecutada por un hijo hacia sus padres es un tipo de comportamiento en el que el hijo intenta influir o controlar las emociones, decisiones o acciones de los padres en su propio beneficio, usualmente de manera sutil o engañosa.
Este tipo de manipulación puede ocurrir a cualquier edad y en diversas formas, desde la infancia hasta la adultez, y puede tener diferentes objetivos, como obtener lo que desean, evitar responsabilidades o generar culpa en los padres.
Los hijos pueden apelar a las emociones de los padres, explotando su cariño, preocupación o incluso culpa. Por ejemplo, pueden usar frases como «si realmente me quisieras, harías esto por mí» o «todos los padres hacen esto por sus hijos».
Este tipo de manipulación busca que los padres sientan que, si no ceden a sus demandas, están fallando como padres o no los aman lo suficiente. El hijo se presenta como una víctima para generar compasión.
Puede exagerar sus problemas, quejarse constantemente de lo difícil que es su vida, o sugerir que los padres son responsables de su malestar. Esta táctica busca hacer sentir a los padres responsables de su bienestar emocional, presionándolos para que cedan a sus deseos.
Los hijos pueden hacer sentir a los padres culpables por errores pasados, situaciones no resueltas o decisiones que se tomaron. Frases como «tú nunca estuviste ahí cuando te necesitaba» o «si no fuera por lo que hiciste, no estaría en esta situación» buscan manipular la culpa de los padres para obtener lo que desean en el presente.
Promesas vacías
En este tipo de manipulación, el hijo puede prometer cambios que nunca tiene la intención de cumplir. Por ejemplo, «si me compras esto, estudiaré más» o «si me ayudas con dinero esta vez, empezaré a ahorrar». Los padres, deseosos de ver un cambio positivo en el hijo, ceden esperando una mejora que, finalmente, no ocurre.
El hijo puede manipular la percepción de los padres haciéndoles creer que están exagerando o malinterpretando la situación. Puede negar sus malas acciones, culpar a los padres de estar siendo demasiado duros, o incluso intentar convencerlos de que no recuerdan correctamente algo que ocurrió. Esta técnica busca desorientar a los padres y hacer que duden de sus propios juicios.
Aunque no necesariamente implica violencia, los hijos pueden usar amenazas indirectas o veladas para presionar a los padres. Por ejemplo, pueden sugerir que se alejarán emocionalmente si no se cumplen sus deseos, o decir cosas como «si no me ayudas, no sé qué me va a pasar». Este tipo de manipulación se basa en el miedo a la pérdida o a que algo negativo ocurra.
Algunos hijos, especialmente cuando son adultos, pueden manipular a los padres mostrándose excesivamente dependientes. Mantienen una relación de dependencia económica o emocional, generando la sensación de que los padres deben seguir ayudándolos para evitar que enfrenten dificultades. Esta manipulación puede ser muy poderosa, ya que juega con el sentido de responsabilidad que los padres sienten hacia sus hijos.
Cuando hay más de un hijo, el manipulador puede intentar crear una sensación de favoritismo o competencia entre hermanos. Por ejemplo, puede decir cosas como «siempre prefieres a mi hermano/a» o «nunca haces lo que te pido, pero a él/ella sí le ayudas». Esto crea una presión emocional que lleva a los padres a ceder para no ser percibidos como injustos.
Uso de la ira o el conflicto
Algunos hijos recurren al enojo, gritos o conflictos para obtener lo que desean. Pueden crear una atmósfera tan tensa que los padres prefieren ceder antes de enfrentar una discusión o confrontación. Aquí la manipulación se basa en el miedo o la incomodidad que los padres sienten ante situaciones de conflicto.
Para contrarrestar este tipo de manipulación, los padres deben primero reconocer el patrón de comportamiento. Los padres deben ser firmes y consistentes en los límites que establecen. Esto evita que el hijo sienta que puede manipular la situación cuando lo desee.
Si los padres identifican que se están usando sus emociones en su contra, es importante no ceder a ese chantaje. Mantenerse firmes y recordar que ceder puede perpetuar la manipulación.
Es fundamental que los hijos asuman la responsabilidad de sus propias decisiones y acciones, en lugar de cargar las consecuencias a los padres. Si el hijo es mayor, alentarlo a ser autosuficiente y a resolver sus propios problemas, disminuyendo la dependencia emocional o financiera de los padres.
Este tipo de manipulación puede ser perjudicial tanto para los padres como para el hijo, ya que distorsiona las relaciones familiares y evita el desarrollo de una dinámica saludable y madura.